José Sbattella, el titular de la unidad que debería combatir el lavado de dinero, está inscripto en la AFIP en la misma categoría que utilizan aquellos que están dedicados a los servicios de acompañantes, como así también al espiritismo. Junto con Echegaray, es uno de los principales garantes de la corrupción K

Fiolo, Cafiolo o Cafishio son términos del lunfardo argentino que se utilizan para representar a aquellas personas de sexo masculino que tienen como trabajo reclutar mujeres (ya sean mayores o menores de edad) para prostituirlas, así sea en un cabaret como en la calle o domicilios particulares. Esta actividad, en la última década, se fue aggiornando y así fue como surgieron los taxis boys y las denominadas “agencias o servicios de acompañantes” que, en no pocos casos, generan sospechas de ser pantallas de la prostitución vip.

La actividad “contratación de acompañantes” figura en el nomenclador de actividades de la AFIP, dentro de la categoría “servicios personales no clasificado precedentemente" (n.c.p), que también incluye oficios diversos y no muy tradicionales como el espiritismo, la astrología, las agencias matrimoniales, los lustrabotas y los acomodadores de autos.

Ahora bien, en lo que constituye un verdadero escándalo, el funcionario público que tiene a su cargo la tarea de combatir el lavado de dinero en la Argentina se encuentra inscripto con esta categoría. Nos referimos, concretamente, al platense  José “Pepe” Sbattella, titular de la Unidad de Información Financiera (UIF) que declaró ante la Afip en el año 2013, como actividad principal, la de prestar servicios personales (n.c.p).  

Cabe destacar que, además de ser funcionario público, Sbattella es economista y profesor de la Universidad, pero la categoría en la que se encuentra inscripto no expresa, en lo más mínimo, los ingresos que puede obtener en su actividad profesional. De hecho, si cualquier contador, economista o abogado se inscribiera en esta categoría, no tardaría en tener a los inspectores de la AFIP golpeándolo la puerta. Y más si esa misma persona expresa públicamente opiniones que son contrarias a los intereses del gobierno nacional.

En varias ocasiones, en las páginas del diario Hoy hemos denunciado que tanto Sbattella como el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, son los principales garantes de la corrupción y de la impunidad en el gobierno kirchnerista. No sólo porque miran para el costado y protegen deliberadamente a los funcionarios y amigos del poder acusados de corrupción, como así también de evadir y lavar dinero, sino también porque utilizan la estructura del Estado  –de forma permanente y sistemática- para perseguir y apretar a opositores y críticos al kirchnerismo.
La lista de los protegidos por Echegaray y Sbattella se entiende a medida que crecen los escándalos de corrupción que involucran al gobierno. En la nómina figuran desde el inefable Amado Boudou, procesado por la compra fraudulenta de la ex Ciccone Calcográfica, hasta el empresario Lázaro Báez, acusado de ser testaferro de la familia presidencial. También protegieron a la titular de la Fundación Madres, Hebe de Bonafini, con el objetivo de desligarla del robo de más de 1200 millones de pesos que tuvo lugar en la entidad. Se trata de recursos que habían sido aportados por el Estado, es decir, que pertenecía a todos los ciudadanos que pagamos los impuestos.

En definitiva, ambos personajes representan una suerte de caja de Pandora de la corrupción ya que, al indagar sobre su accionar en la función pública, como en sus actividades privada, surgen cada vez mas irregularidades.

Conexiones con la bolsa de dinero

Uno de los pocos casos de corrupción que terminó en condena, en la era K, es el que involucró a Felisa Miceli, ex ministra de Economía y ex directora del Banco Nación, por el hallazgo de una bolsa de dinero sin declarar en el baño del despacho que ocupaba en la cartera de hacienda.

Pese a que Miceli ya no forma parte del gobierno, si lo hace quien fuera su última pareja y su principal operador político. Nos referimos a Ricardo “Pacha” Velasco, quien actualmente se desempeña como director en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES). Velasco también estuvo involucrado en un escándalo de corrupción como fue el resonante caso Skanska, que motivó que tuviera que renunciar al cargo que desempeñaba en el Ente Nacional Regulador del Gas.

Antes de que Miceli cayera en desgracia, Velasco era uno de los principales operadores del gobierno. Y habría sido el padrino político de José Sbattella, quien fue funcionario de Miceli en el Ministerio de Economía: se desempeñó como titular del tribunal de Defensa de la Competencia. Y luego logró reciclarse en la Unidad de investigación Financiera (UIF). Tanto Velasco como Sbattella formaron parte de Montoneros en los años 70, la guerrilla que buscó llegar al poder mediante la vía armada y que combatió al último gobierno de Juan Domingo Perón.

Fuente: Diario Hoy