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"Un niño desnutrido jamás podrá desplegar su potencial genético"

Agosto 11, 2015

Referente en la lucha contra la desnutrición, el doctor Abel Albino, creador y presidente de la Fundación CONIN, lleva más de 20 años combatiendo un flagelo inaceptable en la Argentina, sexto país en el mundo en riquezas naturales.Una entrevista de Susana Rigoz

 

Abel Pascual Albino nació en Buenos Aires, Argentina, en 1946, se graduó en la Universidad de Tucumán en 1972 y se especializó en Pediatría en Chile, cuando conoció a Fernando Mönckeberg -su inspirador-, en 1973. Posteriormente obtuvo el Doctorado en Medicina en la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, y realizó estudios de Biología Molecular en España, de donde regresó conmovido por la desproporción entre riqueza-pobreza y cantidad de territorio-posibilidades entre Europa y la Argentina.

Así, en 1993 creó junto a otros colaboradores, la Fundación CONIN (Cooperadora para la Nutrición Infantil), en Mendoza, Argentina, decidido a encarar un proyecto similar al de su maestro chileno, que logró erradicar la desnutrición infantil en Chile-, convencido de que era necesario “terminar la guerra del hombre contra el hombre e iniciar la guerra del hombre contra el hambre”. Veintidós años después, con una red de Centros distribuidos a lo largo de la República Argentina y el exterior que aplican su metodología en materia de prevención de la desnutrición infantil y la promoción humana, puede decir que su sueño está en marcha.

Es padre de cinco hijas, abuelo y viudo de Cecilia Barrios, quien, al momento de su muerte en el año 2000, le pidió que continuara con su obra. “Nos dejó un mandato”, afirma Albino, mientras continúa trabajando en pos de un país con “igualdad de oportunidades en donde todos puedan desplegar su potencial genético y optar con libertad el camino a seguir.”

-¿A qué se denomina desnutrición?

-La desnutrición es el resultado final del subdesarrollo. De nada sirve alimentar a un chico si después se lo devuelve al ambiente hostil del que proviene. A las dos semanas lo estamos alimentando nuevamente. Si queremos quebrar la desnutrición, lo que debemos hacer es un abordaje integral de la problemática social que le da origen al subdesarrollo. De lo contrario, no vamos a terminar con el tema. Combatir el hambre es lo más sencillo, ya que es un síntoma y como tal puedo solucionarlo de inmediato con un alimento. Pero la desnutrición, que es el problema de base, puede llevar una generación. En este abordaje integral -indispensable para terminar con la patología individual, social y profunda que es la desnutrición- debo hacer educación nutricional y para la salud, lactancia materna, jardín maternal e infantil, estimulación temprana, escuela de artes y oficios, programas de educación agraria, lectoescritura para analfabetos, ropero familiar, club y escuela para padres, documentación y legalización de la familia, alcoholismo, inmunizaciones, agua corriente, luz eléctrica, cloacas. Es un trabajo inmenso.

-En este contexto, ¿qué rol tiene el afecto y la figura materna?

-Para que haya un desarrollo normal del cerebro es tan importante la alimentación como la estimulación. El primer año de vida del chico es el fundamental porque marca la suerte del sistema nervioso central y, por lo tanto, el futuro de ese individuo. Un niño normal, al nacer tiene un cerebro que pesa cerca de 300, durante el primer año se forma el 80 por ciento del ese cerebro que llega a pesar casi un kilo. ¿Sabe cuánto pesa el de un adulto? Alrededor de 1,200 kg. Por otra parte, el ser humano nace con una cantidad determinada de neuronas, cada una de las cuales puede emitir hasta 15.000 cables y la magnitud de ese cableado está directamente relacionada con la alimentación y la estimulación en partes iguales. Con una cucharada de leche y un beso tendré un cerebro cableado. Un 50 por ciento está dado por el código genético que trae y el otro 50, del entorno donde crece. Si a un chico lo crío en un ambiente chato y gris, sin color ni música ni alegría, con figuras maternas o paternas desdibujadas o ausentes, si ese chico es maltratado o vive durmiendo en un pozo en la tierra –yo lo he visto-, jamás podrá desplegar su potencial genético. Se lo impide el entorno. El niño necesita el abrazo, el mimo, la contención, la risa, escuchar un cuento. Esas son las cosas que incrementan su curiosidad, exacerban su imaginación, le dan esperanza y lo conectan con la vida. Si hago eso tendré un cerebro cableado que podrá ser educado.

-Además de la preservación del cerebro, ¿qué elementos son indispensable para lograr el desarrollo del potencial genético de un niño?

-Hay cinco cosas fundamentales. La primera es, como dijimos, la preservación cerebral. La segunda, brindarle a las madres educación desde el embarazo y durante el primer año. En cuanto a infraestructura: poner cloacas porque son una gran contribución al saneamiento ambiental; agua corriente y caliente (al que no comprenda su importancia lo desafío a que corte el agua de su casa durante un día y después me diga si puede tener una higiene correcta); y luz eléctrica.   Si lográramos cumplir estos requisitos, seríamos un gran país que se convertiría en potencia en 30 años. Pero para eso, en vez de pensar en las próximas elecciones, habría que empezar a pensar en las próximas generaciones.

– ¿Cuáles son las secuelas de la desnutrición?

– La primera consecuencia es una debilidad mental irreversible, la única que se puede prevenir porque es la creada por el hombre. Aunque está comprobado científicamente, no hemos logrado que se entienda el concepto de daño cerebral en nuestro país. Así somos los argentinos, cualquiera persona –aunque no tenga idea de lo que es la medicina- se siente con derecho a discutir sobre todas las cuestiones, y lo digo con conocimiento personal. A esta particularidad, le tenemos que sumar el hecho de que vivimos en una sociedad en la que todo se minimiza y nunca hay culpables. De todas maneras, nosotros seguimos luchando contra esta falta de conciencia y realizamos diversos trabajos. Uno de ellos fue hecho por el licenciado Pablo Lledó, economista mendocino, en la Universidad de York, Inglaterra, en el que analizó los aportes de Conin no solo a las personas sino también al país. ¡Le pedimos números! El resultado fue que nuestra fundación brinda al Estado Argentino 1.000 dólares por niño, mientras que con pocos recursos es posible curar la enfermedad, evitando el gran costo social que implica tener un alto porcentaje de ciudadanos dañados neurológicamente. Calculando que nosotros tenemos en programa entre cuatro y cinco mil chicos, podemos afirmar que representamos alrededor de 4.500.000 de dólares.

– ¿Cómo se llega a esos números?

– Poniendo en valor el incremento de lo bueno –la disminución de la repitencia, la deserción, la mortalidad, la morbilidad, el resentimiento, la violencia familiar, el aumento del factor de difusión de conocimiento dentro de la sociedad, la escolarización del padre y la madre, el aumento del potencial humano a futuro– y la disminución de lo negativo. En otro trabajo hecho con la Universidad de Harvard el que participaron importantes catedráticos del mundo, se analizó la importancia de incorporar a la madre como principal agente sanitario. La conclusión más importante fue que dicha incorporación significó un aumento veloz de peso, talla, cociente intelectual. Si bien esteconcepto no es nuevo para nosotros porque ya lo decía Florencio Scardó, insistimos en reiterarlo como una manera de reafirmar ideas que nos permitan saber dónde estamos parados.

– ¿Qué impacto tiene este tipo de estudios?

– Por un lado, representa trazar una raya como punto de partida. Por otro, suele tener repercusiones interesantes. Por ejemplo, en Londres el trabajo que le mencioné fue un boom al punto de que se formó un grupo de investigación para analizar la situación en 17 países en vías de desarrollo del hemisferio sur. Estos estudios certificaron el daño cerebral a largo plazo, hecho que representó un gran respaldo para nosotros porque dicha evidencia es suficiente para priorizar la prevención de la desnutrición en países de bajos y medianos ingresos. A este trastorno fácilmente verificable a través de un encefalograma, se le suman los problemas psíquicos, que también son demostrables. ¿Sabía usted que el 80 por ciento de los presos de las cárceles de Buenos Aires no tienen la primaria completa? ¿Alguien analiza el porqué? ¿Nos preocupamos en buscar soluciones? Por supuesto que no, lo que hacemos es promocionar a todos los alumnos en la escuela porque si no somos acusados de discriminadores. ¿Nos preguntamos por qué un niño no aprende? ¿Vamos al fondo de la problemática por la cual tiene hambre? No, mejor le damos un sandwichito y nos sacamos el problema de encima.

– ¿Cómo enfocan el trabajo desde CONIN?

– Trabajamos sobre el niño y su entorno, que es la única manera de abordar el problema. La familia, pese a ser la célula básica de la sociedad, está bastardeada, ninguneada. Nosotros debemos resignificarla y reconocer que es la verdadera escuela de humanidad que existe. ¿Dónde va el varón a aprender a ser varón y la mujer a ser mujer si no es mirando a sus padres? ¿Cómo podemos aprender a respetar a un anciano si no es a través del vínculo con los abuelos? La familia es patrimonio de la humanidad y debemos volver a ella. En CONIN los asesoramos para que mejoren su calidad de vida. Brindamos información nutricional que permita fortalecer la comida, porque con 100 pesos cocina cualquiera, pero el milagro es hacerlo con 1,50. Por medio de convenios realizados con la Facultad de Nutrición, logramos que los estudiantesrealicen prácticasen nuestroscentros y enseñen cómo hacer un buen desayuno con los escasos recursos con los que cuenta una familia. Hay que meterse en el problema. En un trabajo que hicimos en las escuelas, por ejemplo,comprobamos que el 80 por ciento de los chicos llegó a la primaria sin haber usado nunca un cepillo de dientes.

– ¿Cómo llega la gente a la Fundación y, una vez allí, es fácil que las mamás acepten la ayuda que se les brinda?

– Mire, yo creo que sobre todo la gente se acerca por el boca a boca, que es la mejor referencia. Las personas son muy agradecidas cuando se las ayuda. En estos días estuve en el Centro Conin de Virasoro,en la provincia de Corrientes. Cuando ingresé al salón todas las personas presentes se pusieron de pie y empezaron a aplaudir. Se trataba de madres de chicos que ya dejaron el programa. Fue una gran emoción, tengo 68 años y ya no estoy para estos trotes. Yo me quedé callado, mirando al piso y no dije nada porque no quería hacer un papelón y ponerme a llorar. -Antes mencionó la escasez de alimentos. ¿Cómo reacciona el organismo de un niño ante esta situación? -El organismo hace una especie de economía de guerra. Cuando el chico tiene muy poco ingreso de comida cancela su programa de bomba de sodio, que es la que lo mantiene en equilibrio. De esa manera, ahorra un 35 por ciento de energía pero se deshidrata con mucha facilidad y se muere de gastroenterocolitis. Nadie se muere de desnutrición sino de las llamadas enfermedades intercurrentes: se queda sin defensas, se enferma con facilidad, no hace anticuerpos, muere de neumonía, septicemia, infecciones urinarias, cuadros meníngeos, entre otros males que tienen siempre como telón de fondo la desnutrición.

– ¿Cómo lograron conformar la Red o Familia CONIN?

– Con trabajo y dedicación todo es posible. Yo soy el mejor ejemplo de ello. Empecé a desarrollar este proyecto debajo de un árbol en mi provincia; luego una familia me entregó una casa donde pude seguir con mi labor hasta que Coca-Cola donó 350.000 dólares para un edificio increíble que es la actual sede de Conin. Gracias al trabajo de mis colaboradores y la difusión de nuestro trabajo,en la actualidad tenemos 69 en el país y 9 en el extranjero (Paraguay, Perú, México, Guatemala, Kenia, África ecuatorial, Mozambique y ahora vamos por Congo). Hoy somos órgano consultivo de las Naciones Unidas. Todo lo logramos con el compromiso de la gente y también de los periodistas que son heraldos de buenas noticias y eso es Conin. Difundir es ecología social. Mucha gente cuando conoce el proyecto se entusiasma y quiere participar, se asocia o decide trabajar con el Conin de su zona. En cuanto a mi trabajo, déjeme aclarar que no cobro sueldo, nunca lo hice, ni jubilación, ni viáticos, ni pasajes. No quiero que se confunda lo que hago. Yo sigo trabajando en mi consultorio como médico asistencial.

– ¿Cómo se arma un Centro Conin?

– Tiene que haber un grupo primario constituido por una nutricionista, una asistente social y un médico. Lo siguiente es venir a hacer el curso de entrenamiento a Mendoza –que dura solo tres días–, del que se llevan las normas de procedimiento y trabajos prácticos hechos. A partir de entonces mantienen un contacto permanente con nosotros. Una vez que el centro está funcionando, son visitados periódicamente por un auditor que los asesora sobre los problemas que pudieran tener. A ello se suman reuniones regionales y, una vez al año, una general en Mendoza.

– ¿Cómo ve la situación en Argentina hoy?

– Si bien tenemos una tasa de mortalidad –indicador directo de desnutrición– que va desdeel 7.4 en la Patagonia al 20 por 100 en el norte, tengo esperanzas. Hasta hace poco mucha gente decía que yo exageraba, que nunca habían visto un desnutrido en nuestro país, y resulta que hoy es el tema nacional (pese a lo cual nadie me pidió disculpas). Hay avances. Por ejemplo, el gobierno de Salta muy inteligentemente puso en marcha el Ministerio de Primera Infancia, cuyo titular tiene la función de coordinar todos los demás ministerios –Salud, Acción social, Obras Públicas, Derechos Humanos, Trabajo– que van a intervenir para quebrar el flagelo que nos acosa. El gobierno de la provincia de Mendoza incorporó a Conin en el presupuesto y el de Misiones acaba de firmar un convenio con nuestra Fundación para comenzar a trabajar. De a poco se van prendiendo los troncos de este fuego. Nosotros nos enfocamos en la familia y en las autoridades para que comprendan la importancia del problema. -¿Qué nos falta para trasformar este tema en política de Estado? -Una vez en Mar del Plata, consultada acerca de cómo su país había logrado salir adelante, la ministra de Relaciones Exteriores de Nueva Zelanda explicó: “Es muy fácil. Nos reunimos a almorzar en mi casa los presidentes de los cinco partidos de mi país. Cuando dimos por finalizada la reunión, a las 18 horas, ya estaba trazada la política para los siguientes 30 años. Cinco ideas diferentes pero un solo corazón: todos somos, antes que nada, neozelandeses. Ese es nuestro triunfo”.

– No parece una opción aplicable a nuestra sociedad.

– Claro que no, porque somos estúpidos que buscamos el bien personal en lugar del bien común. Parece mentira que seamos herederos de Sarmiento, el gran presidente que al asumir su mandato y ver que el 84 por ciento de los argentino sera analfabeto,convocó a una reunión de gabinete para trazar la política de Estado de los próximos 100 años: educar. “Hay que hacer de la Patria una gran escuela”, dijo, y lo llevó a cabo aunque no pudo verlo porque murió en 1888. Durante su gobierno –de 1868 a 1874– hizo 1117 escuelas públicas y 400 privadas, las escuelas Naval y Militar, la Marina Mercante, la Prefectura, la Contaduría General de la Nación, el Banco dela Nación Argentina, la Casa Rosada, los Bosques de Palermo, 1000 kilómetros de vías férreas, la primera escuela de sordomudos de América Latina, entre otras muchas cosas. Al retirarse, se fue a vivir con su hija porque no tenía casa. Antes de morir dijo algo increíble: “Próximo a mi partida debo reconocer que no he dejado bienes materiales, los he considerado siempre una pesada carga para la hermosa tarea que me había impuesto. No puedo decir que no cometí errores, pero fueron por la premura con que quise poner a mi país donde mi cabeza y corazón ya lo habían puesto”. ¿Dijo estupideces? Sí, pero no las hizo. Fue una personalidad tan importante que en los Estados Unidos se festeja el día del maestro el 11 de septiembre en homenaje al gran pedagogo americano. ¿Por qué? Porque fuimos el primer país del mundo en quebrar el analfabetismo gracias a que tuvimos un hombre que hizo de la patria una gran escuela.

– ¿Qué nos pasa en la actualidad a los argentinos?

– Creo que no queremos a nuestra patria ni pensamos en la grandeza de la Nación. Cuando nuestros hijos terminan el colegio nos morimos por llevarlos a conocer al Pato Donald cuando no han visto las Cataratas ni el cerro de los Siete Colores. O les pedimos que saquen sus documentos españoles e italianos para poder irse del país con facilidad. Si eso es lo que sembramos, ¿qué podemos esperar? Si vemos en la televisión pornografía, violencia y sexo, ¿cómo vamos a tener otra cosa en la sociedad? Indigna pensar que teniendo el sexto país a nivel mundial en cuanto a sus riquezas haya gente que muera de hambre. Por eso siempre digo que lo que falta no es comida sino vergüenza.

– ¿Cuánta responsabilidad le corresponde al Estado y cuánta de los ciudadanos en esta lucha?

– El hambre es un problema de todos por lo tanto la solución debemos buscarla entre todos. Los argentinos muchas veces confundimos Estado y gobierno. El día que comprendamos que los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales,el empresariado, las iglesias, las universidades debemos trabajar juntos, ese día saldremos de este problema y de cualquier otro. Todos por acción u omisión permitimos que estas cosas sucedan. Cuando uno ve la miseria, la pobreza y la injusticia tiene dos formas de actuar: o tratar de buscar al culpable y esterilizarse en esa imbecilidad o aceptar la cuota deresponsabilidad que a cada uno nos cabe como miembros de esta sociedad e intentar dar una mano. -¿Algo más? -Sí, cuando le dije a Fernando Mönckeberg que quería hacer una fundación para atender a los niños desnutridos me dijo que no sabía lo feliz que iba a ser. Así fue. Walt Disney decía que si uno cree en los sueños corre el riesgo de alcanzarlos. En mi caso, yo me quedé corto con los míos, nunca pensé que llegaríamos a ser una organización internacional ni que íbamos a estar presentes en tantos países.Tantas cosas se fueron dando de manera tan sorprendente quele agradezco a Dios el haber podido ver estos resultados.

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